Disfrutar del coche en invierno es posible, pero las condiciones climáticas se vuelven más exigentes. No solo tienes que cuidar el mantenimiento, sino que has de conducir con las máximas precauciones. Y en este aspecto, las marchas juegan un papel protagonista. ¿Cuál es? Te lo contamos en este post.
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Precaución al volante
La conducción durante el invierno tiene que estar gobernada por la precaución, pues la lluvia, la nieve y el hielo van a estar muy presentes. De hecho, en ocasiones provocarán auténticos colapsos del tráfico, como ocurre en un temporal. Ante esta realidad, es necesario que mantengas la atención fijada en la carretera y en todo lo que en ella sucede.
La primera medida que has de tomar ante la presencia de hielo y nieve es reducir la velocidad, ya que el firme se vuelve resbaladizo, lo que facilita las pérdidas de control. Además, ten en cuenta que el riesgo aumenta en las curvas, donde es posible que derrapes de forma involuntaria.
Junto con esto, has de mantener la distancia de seguridad e incluso aumentarla si las condiciones de la carretera son adversas. Lo ideal es que dejes una separación de entre dos y tres segundos respecto al vehículo delantero. Sin embargo, no dudes en incrementarla en las situaciones más complicadas. De este modo, dispondrás del espacio y del tiempo suficientes para maniobrar en caso de necesidad.
Otro aspecto que has de conocer, y que muchas veces pasa desapercibido, está relacionado con la presencia de rodaduras de otros coches. En una carretera nevada, la circulación del tráfico crea unos surcos que pueden resultar muy problemáticos, pues generan placas de hielo que aumentan el riesgo de perder el control. Al hacer tanto frío, el agua de la nieve pisada se congela en muy poco tiempo, por lo que has de estar atento a esta circunstancia.
Manejo de las marchas
La conducción en una nevada te va a exigir un buen dominio del coche. Por este motivo, necesitas utilizar las marchas de manera adecuada a esta situación. Lo recomendable en estos casos, y sobre todo si hay hielo en la carretera, es que emplees las marchas largas. De este modo, evitarás que las ruedas patinen, algo que te hará perder adherencia. Al final, se trata de que conserves el control de tu vehículo en todo momento.
Si utilizas la cuarta y la quinta marcha, conseguirás que las ruedas giren más despacio y de una forma más controlada. Esto reduce el riesgo de perder la tracción en condiciones adversas. Por mucho que la intuición te diga que uses la primera o la segunda, lo más adecuado es que optes por las más largas.
Incluso lo ideal es pasar directamente a segunda al arrancar en presencia de hielo y nieve. La primera marcha provocará que las ruedas derrapen al girar a demasiada velocidad. Para evitarlo, mete la siguiente marcha y suelta el embrague con suavidad. Luego, cambia a cuarta para evitar que el coche se deslice a causa del estado del firme.
Cuando ya estés circulando por la carretera, procura no cambiar de marchas con asiduidad. El freno motor, al realizar tantas modificaciones, puede provocar que las ruedas giren a ritmos diferentes y pierdan tracción.
¿Cómo prepararte para conducir en invierno?
Aparte de qué llevar en el vehículo en invierno, otro aspecto que has de valorar es la preparación previa. En este sentido, existen una serie de acciones que disminuirán las dificultades en carretera. Por ejemplo, resulta muy recomendable estudiar la ruta que vas a seguir y conocer el tiempo que va a hacer. Esta es una forma sencilla de evitar problemas por el camino, ya que tendrás una idea de lo que puede pasar.
Además, es muy importante que el líquido del limpiaparabrisas esté lleno, pero no de cualquier tipo de producto o fórmula. Lo ideal es emplear uno que cuente con anticongelante para evitar que la luna delantera se congele. De esta forma, cuidarás esta parte del vehículo y la tendrás en las mejores condiciones posibles. Y, si está empañada, retira la humedad antes de salir para contar con una mejor visibilidad.
Aunque pueda parecer una obviedad, no olvides llenar el depósito antes de empezar el viaje. Esto es fundamental si sabes que las condiciones climáticas empeorarán a lo largo del trayecto. Ante tales circunstancias, el riesgo de quedar atrapado en un atasco o en una nevada aumentan. Actuar de forma precavida te ayudará a disponer de suficiente combustible para sobrellevar cualquier complicación.
Una vez que emprendas la marcha, el calzado que lleves tiene que ser cómodo y, sobre todo, estar seco. De lo contrario, tus pies se volverán resbaladizos con el agua, algo que no puedes permitir que ocurra.
Otras cuestiones para mejorar tu conducción con nieve o hielo
Controlar un vehículo en hielo encierra una amplia variedad de peligros que merece la pena ahorrarse. Más allá de conducir con suavidad, has de prestar mucha atención a la bajada de pendientes. En este caso, es necesario afrontarlas con una marcha corta y frenando lo menos posible para que el coche no resbale. Y, si hay otros conductores, aumenta la distancia de seguridad.
Para disminuir la velocidad, utiliza el freno motor. Empieza por reducir la marcha con la intención de que el coche se detenga por sí mismo. Para esto vas a necesitar de suficiente espacio, por lo que tienes que actuar con anticipación. Si vas a recurrir al pedal de freno, písalo con suavidad y dando pequeños toques para evitar los derrapes.
Cuando tengas que frenar en una curva, disminuye la velocidad antes de girar el volante. Esto reducirá el riesgo de perder el control. En caso de que derrapes, mantén la calma, suelta el acelerador y apunta las ruedas hacia donde quieres ir.
Conducir el coche en invierno no tiene por qué ser peligroso, basta con que seas precavido. Además, ten en cuenta los consejos de esta entrada. Y para cuidar tu coche, ven a Norauto o entra en norauto.es y nuestros expertos te asesorarán sobre los mejores hábitos para tu vehículo.