Para la mayoría de los conductores, la función de un amortiguador se limita a menudo a compensar los defectos de la carretera mediante la absorción de vibraciones. Pero no es del todo así: el amortiguador tiene un papel mucho más importante: su función reside en la seguridad y el confort de conducción.
El amortiguador es sobre todo un componente de seguridad en el vehículo y que se recomienda cambiar los amortiguadores aproximadamente cada 80.000 kilómetros.
Además de la seguridad, un amortiguador en buen estado puede absorber las vibraciones debidas a las deformaciones de la carretera. Como resultado, las vibraciones dentro de la cabina se sienten menos. Su confort de conducción mejorará significativamente para un placer óptimo a bordo, tanto para el conductor como para sus pasajeros.
Los diversos riesgos asociados con un amortiguador en mal estado son varios:
- Rendimiento de frenado reducido: Con los amortiguadores desgastados, la distancia de frenado aumenta en un 70% en comparación con los amortiguadores en buen estado. No sólo es un riesgo para ti, sino también para otros conductores que conducen a su alrededor.
- En caso de lluvias intensas, el riesgo de aquaplaning aumenta en un 10%.
- Cuando los amortiguadores están desgastados, la vida útil de los neumáticos disminuye en un 25%. Esto significa que se pierden unos 11.250 km de vida útil por cada neumático. Con una media de 20.000 km cubiertos al año con amortiguadores en buen estado, los neumáticos se cambian cada dos años y medio. Con los amortiguadores desgastados, tendrás que cambiar tus llantas antes de 2 años. Un gasto adicional que podría evitarse.
- El rendimiento de los sistemas electrónicos de asistencia al conductor también puede verse afectado.
En definitiva, revisa de forma periódica tus amortiguadores para evitar cualquier sorpresa desagradable y… ¡continúa el trayecto!