Durante años, las campañas oficiales de Tráfico se centran en: los riesgos que implica conducir un vehículo a mayor velocidad de la permitida, sin guardar la distancia de seguridad adecuada, con los neumáticos no aptos o con distracciones como la del uso del teléfono móvil.
Sin embargo, las advertencias apenas se refieren a lo que supone llevar el volante en condiciones emocionales adversas. Un estudio realizado por los expertos del Instituto de Transporte de Virginia Tech, en Estados Unidos, demuestra que conducir bajo los efectos del enfado, la tristeza o la excitación eleva casi 10 veces el riesgo de sufrir un accidente.
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Cómo afectan las emociones a la conducción
Para la realización del estudio, se instalaron cámaras, micrófonos y sensores en los coches de más de 3.500 americanos de entre 16 y 98 años de edad durante dos años. En total, todos los vehículos viajaron 56 millones de kilómetros y causaron 905 accidentes graves.
Tras analizar los resultados, se detectó que aquellos conductores que estaban enfadados, tristes, llorando o agitados desde el punto de vista emocional sufrieron más siniestros. Quedó demostrado que las emociones fuertes distraen y reducen la atención.
Hemos sabido durante años que existen factores relacionados con el conductor en un alto porcentaje de accidentes, pero esta es la primera vez que se ha podido determinar su influencia decisiva. Tanto es así que, del recuento total de accidentes graves, casi el 90 por ciento incluyeron factores vinculados con la persona que conducía, como fatiga o distracción.
Aparca tu enfado y mantén la calma
Conducir enfadado altera nuestras capacidades sensoriales. De hecho, y tal y como reflejan los expertos, sentarse al volante en estas circunstancias influye de manera importante en el sistema nervioso, elevando la presión arterial, la frecuencia cardíaca y la tensión muscular, y también los niveles de adrenalina.
Los estudios concluyen que llevar el volante en un estado de enfado es casi “como viajar a ciegas”, puesto que se banalizan los obstáculos, riesgos y amenazas y se pierde gran parte de la capacidad de controlar la reacción que implica una situación inesperada.
Dejar las emociones aparcadas y mantener la calma cuando se conduce representa no solo una buena práctica, sino la mejor estrategia para concentrarse en la conducción y garantizar nuestra seguridad y la de quienes circulan por las mismas carreteras.
El peligro de las distracciones al volante
El estudio del Instituto de Transporte de Virginia abarca también resultados que afectan a otros factores de riesgo al volante. Algunos de ellos obvios, como por ejemplo el hecho de que conducir por encima del límite de velocidad aumenta 13 veces la probabilidad de sufrir un accidente. Sin embargo, otros como la aplicación de maquillaje mientras se está al volante o el hecho de circular demasiado cerca de otros vehículos, que se podrían presuponer altamente peligrosos, no fueron factores decisivos que influyeran en los datos de la colisión.
Por otro lado, los investigadores demostraron que alcanzar un objeto alejado del conductor dentro del vehículo aumenta el riesgo de un choque nueve veces o que marcar un número en el teléfono representa una acción muy peligrosa, tanto que multiplica por 12 las probabilidades de sufrir un accidente.
Objetivo: prevenir accidentes mediante la educación
El objetivo final del estudio, según ha apuntado el investigador responsable, el Dr. Tom Dingus, es que “todos estos hallazgos importantes nos permitan ahora trabajar con los encargados de formular políticas, educadores, los propios conductores, funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y los diseñadores de vehículos para definir y ayudar a mitigar los riesgos de los conductores”.
Se trata, en definitiva, de desarrollar contramedidas en las que intervengan factores como: la conciencia del conductor, los programas educativos, una mejor aplicación de las leyes existentes y los sistemas emergentes de prevención de accidentes en los vehículos, incluidos los sistemas de frenado automatizados. Todo para influir en la reducción de accidentes de tráfico por el estado emocional de quienes conducen.
Conclusión
Todos experimentamos, de vez en cuando, comportamientos groseros mientras conducimos. Otro automóvil u otro conductor te cortan el paso, encienden las luces largas cuando no deben o fuerzan un adelantamiento inesperado y peligroso. Estas actitudes al volante pueden hacernos enfadar. Sin embargo, cuando los conductores no pueden controlar sus emociones se colocan de inmediato en una situación peligrosa e incluso mortal, no solo para sí mismos sino también para el resto de conductores. La ira en el camino nunca es la respuesta.
Como demuestra también el estudio citado, conducir enfadado o en estados emocionales adversos es más peligroso que hacerlo con sueño, manejar la radio o el aire acondicionado o conversar con un pasajero. La próxima vez que estés a punto de dirigirte a algún lugar con tu automóvil, pero no te sientas completamente bien desde el punto de vista emocional, es mejor que consideres posponer tu viaje.