Entre un 20 y un 30% de los accidentes de tráfico se relaciona de alguna manera con la fatiga. Y tan importante es evitar la fatiga al volante como reconocer su aparición. Te contamos cómo hacerlo.
A menudo, cuando vamos a emprender un viaje largo, sobre todo en vacaciones, nos damos un madrugón de campeonato para evitar atascos y aglomeraciones. Una idea excelente siempre que hayamos descansado las horas suficientes. Porque al principio puede parecer que estamos muy despejados pero, a medida que pasa el tiempo, nuestra capacidad de atención disminuye y la fatiga hace su aparición. Y si a ello le sumamos que empieza a amanecer y conducimos dirección este, con el sol de frente, la mezcla es cero recomendable.
Otros factores que producen fatiga en los conductores, tanto física como visual, son las condiciones climatológicas. Si llueve, nieva, hay niebla o mucho viento, deberemos prestar más atención al volante y lo haremos con más tensión. Además, conducir al amanecer, como hemos indicado antes, o al anochecer, con el sol de frente, hace más difícil la conducción y nos obliga a mantener un mayor nivel de atención. La conducción nocturna también influye de forma negativa. Si además somos miopes o tenemos cataratas incipientes, sufriremos deslumbramiento con las luces de otros vehículos, nuestra vista se cansará más pronto y acumularemos aún más tensión en nuestros músculos.
La monotonía del entorno, sumada a la propia tarea de la conducción, potencia la fatiga al volante. Aunque también lo hace, de forma diferente, circular por una vía poco conocida, con un firme irregular o con tráfico denso, ya que requiere un elevado nivel de concentración.
Un aspecto vital que influye en la conducción es el estado del vehículo. El ruido excesivo del motor o las vibraciones por defectos en la dirección o en la suspensión, pueden hacer que la conducción te resulte incómoda. Por eso es prioritario que mantengas tu coche a punto, especialmente si vas a hacer un viaje largo. La falta de ventilación, una temperatura elevada o un diseño poco ergonómico del asiento u otros elementos interiores del vehículo, también dificultan la conducción.
Además de tener en cuenta todos los factores mencionados –condiciones climatológicas, características de la vía y el tráfico, condiciones físicas del conductor y estado del vehículo- no debemos olvidar algo verdaderamente importante: ser capaces de detectar la fatiga ya que nos indica que nuestro organismo necesita descansar.
CÓMO RECONOCER LA FATIGA AL VOLANTE
Estás fatigado si:
- Se alteran tus sensaciones y percepciones: visión borrosa, sobresaltos ante ruidos como un claxon o disminución de la señal auditiva, migrañas…
- Se alteran tus movimientos: estiramientos exagerados, cambio de postura constante…
- Cambia tu comportamiento: irritabilidad, ansiedad, agresividad al volante…
- Empeora tu procesamiento: maniobras bruscas, conducción automatizada…
CÓMO EVITAR LA FATIGA AL CONDUCIR
- Ponte al volante estando bien descansado.
- Realiza paradas cada 3 horas, si eres el único que conduce: entre 20-30 minutos.
- Intercámbiate con otros conductores, si es posible.
- Realiza estiramientos en tus paradas.
- Evita las comidas copiosas y nada de alcohol.
- Mantén una postura cómoda al volante.
- Bebe regularmente para mantenerte hidratado.
- Conduce a una velocidad adecuada a las características de la vía.
- PARA Y DESCANSA ante la mínima señal de fatiga.
Y recuerda: no le pongas hora a la llegada a tu destino, ni final ni intermedio, ya que no sabes qué imprevistos te vas a encontrar. Y conducir más deprisa o más horas sin descanso no son opción. La prisa, el estrés y la ansiedad no deben viajar contigo bajo ninguna circunstancia ya que estos factores solo producen aún más fatiga al volante, y puedes poner en peligro tu vida y la del resto de los viajeros.
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