UNA CORRECTA PRESIÓN EN LOS NEUMÁTICOS ES FUNDAMENTAL

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Mirar y revisar la presión de nuestros neumáticos es probablemente la tarea de mantenimiento más sencilla que podemos realizar nosotros mismos y una de las más importantes, como nos está recordando estos días la DGT en los paneles informativos de las carreteras. Podemos tener el coche más potente, bonito o mejor del mundo que si la presión de los neumáticos no es la correcta podemos tener el accidente más tonto con unas consecuencias nefastas.

Una correcta presión en los neumáticos es fundamental

Que los fabricantes de coches inviertan miles de millones de euros en investigación y desarrollo en busca del coche más seguro, no tiene ningún sentido si a la hora de ponernos en marcha no perdemos unos pocos minutos en revisar la presión de los neumáticos.

Porque si la presión no es la adecuada podemos tener los siguientes problemas:

Se reduce la adherencia y se produce un mayor flaneo en las curvas, lo que genera una pérdida de precisión, posibles reventones o incluso se podría llegar a desllantar en plena curva. Riesgo de reventón por sobrecalentamiento. El aire interior del neumático ayuda a que éste refrigere, cuando la presión está por debajo de la recomendada tiene menos capacidad de disipar la temperatura y además el neumático sufre más deformaciones que la incrementan, por lo que el riesgo de sufrir un reventón se eleva notablemente.

Aquaplaning. En caso de circular sobre suelo mojado unos neumáticos con la presión por debajo de la recomendada tienen mayor posibilidad de sufrir el efecto aquaplaning, situación en la que el neumático no es capaz de evacuar todo el agua y pierde contacto con el asfalto.

Frenadas más largas. Unos neumáticos bajos de presión tienen menor adherencia y, por tanto, el coche necesita más metros para reducir su velocidad que con esos mismos neumáticos a su presión correcta. Es decir, podemos llegar a golpear al coche que nos precede por no perder unos minutos en revisarlos.

Mayor desgaste. Mayor rozamiento, mayor temperatura y mayores torsiones hacen que los neumáticos que trabajan con una presión por debajo de la recomendada se desgasten con mayor velocidad, más rápido cuanto menor sea la presión por lo que nos tocará cambiarlos más a menudo. Mayor consumo. Al aumentar la resistencia a la rodadura el esfuerzo para mover el coche es mayor, por lo que se incrementa el consumo de combustible de forma absurda.

Fuente: ABC