Uno de los debates más generalizados en los últimos tiempos tiene que ver con las emisiones de CO2 de los coches eléctricos. Porque, quizás no lo sepas, pero los vehículos eléctricos también contaminan, aunque lleven la etiqueta “cero emisiones”. Lógicamente, no contaminan mientras circulan, puesto que no tienen un tubo de escape por donde expulsan partículas nocivas. Pero sí durante la fase de producción.
Existen diversos estudios sobre la huella de carbono en los coches eléctricos, como el realizado por la Agencia Europea de Medio Ambiente, que analizan el impacto medioambiental de un coche eléctrico, desde que se diseña en los primeros bocetos hasta que sale de la fábrica y comienza a circular. Y los resultados son sorprendentes. Si quieres conocerlos, no te pierdas el siguiente artículo.
Qué es la huella de carbono
Se entiende por huella de carbono en un coche la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero que produce un vehículo, desde que se fabrica y comienza a circular, así como durante toda su vida útil, hasta que es desguazado. Es la huella que deja el coche en su paso por el planeta. Es lo que se conoce como Evaluación del Ciclo de Vida y que tanto fabricantes como los diferentes organismos tienen en cuenta a la hora de realizar estudios que midan la contaminación. Sirve para medir el nivel de contaminación de un coche.
En realidad, la huella de carbono no solo está en los coches. Se refiere a la totalidad de gases de efecto invernadero que produce una persona en su vida, ya sea en un producto de consumo o en una empresa u organización. Aunque, hay que subrayar que calcular la huella de carbono es un proceso extremadamente complejo, por la cantidad de variables que hay que tener en cuenta, y los resultados no siempre son exactos,
Para calcular la huella de carbono en un coche hay que medir parámetros como toda la cadena de producción del vehículo. Y aquí, hay que tener en cuenta la producción de las diferentes piezas, como la carrocería, el motor, la transmisión o el transporte de las diferentes piezas a las fábricas. Luego, otras cuestiones como el carburante que necesitan los vehículos que transportan esas piezas y cómo se obtiene ese carburante, refinado, etc.
Después, una vez que el vehículo sale del concesionario y comienza a circular, hay que medir el impacto de los gases que salen por el escape. Esta es la etapa más fácil de calcular. Finalmente, se llega al proceso de eliminación del coche, en el que también se emite CO2 a la atmósfera, dependiendo del tamaño del coche, su peso o los componentes que tenga. Además, se tienen en cuenta otros factores, como la logística, el personal o los materiales utilizados para realizar el proceso.
La huella de carbono en los coches eléctricos
Los coches eléctricos también dejan huella de carbono. Y, aunque no lo creas, también emiten CO2 cuando circulan, aunque sea indirectamente. Vayamos por partes.
De entrada, la fabricación de un coche eléctrico genera una cantidad de CO2 claramente superior, respecto a la fabricación de un coche de gasolina de idéntico tamaño y potencia. Si tomamos como referencia un vehículo de tamaño medio, como puede ser un compacto o un B-SUV, con una potencia media, entre 120 y 130 caballos, la producción del modelo eléctrico supondría cerca de 13 toneladas de CO2, mientras que su equivalente en gasolina estaría entre 5 y 6 toneladas.
Volkswagen realizó un estudio sobre la huella de carbono de su modelo eléctrico, el ID.3, comparándolo con el Volkswagen Golf de última generación con motor de gasolina y diésel. El estudio arrojó unos resultados clarividentes: la fabricación del Volkswagen ID.3 lanza 13,7 gr/km de CO2, por los 7,1 gr/km de la versión diésel y los 6,8 gr/km de la variante de gasolina.
Como se puede apreciar, se trata de casi el doble de expulsión de gases de efecto invernadero durante la fabricación de un coche eléctrico, respecto a otro equivalente con motor térmico. Esto se debe, principalmente, a la producción de las baterías de litio, sin duda, la parte más contaminante.
Sin embargo, la balanza se equilibra después, en el momento en que el coche abandona el concesionario y comienza a circular. Un vehículo de gasolina o diésel tiene que repostar combustible fósil frecuentemente y expulsa partículas nocivas por el tubo de escape durante toda su vida útil. En cambio, un coche eléctrico carece de tubo de escape y no expulsa partículas contaminantes. Pero, cuando se produce la electricidad que consume, se expulsa CO2 a la atmósfera. Por ejemplo, a través del carbón.
En este punto, hay que diferenciar entre si la electricidad se obtiene a través de fuentes renovables o no. Como acabamos de decir, si procede de centrales térmicas, está generando CO2 para producirla. Si procede de parques fotovoltaicos, eólicos o hidráulicos, por ejemplo, entonces podríamos decir que el coche eléctrico expulsa cero emisiones de CO2 mientras circula.
Ciclo de vida
El estudio de Volkswagen tiene en cuenta todas las fases desde la cadena de montaje hasta el reciclaje del coche, así como un ciclo de vida de 200.000 kilómetros. Durante todo ese tiempo, según el estudio, el Volkswagen ID.3 emite unos 28 gr/km de CO2, por los 37,5 gr/km del modelo de gasolina y los 31,2 gr/km de la versión diésel.
Para extraer estos datos, la marca alemana tuvo en cuenta numerosas variables, como la fabricación, la extracción del combustible, la producción de electricidad, las emisiones lanzadas durante la circulación, el mantenimiento y el posterior reciclaje.
Por tanto, se deduce que, aunque la fabricación del modelo eléctrico es más contaminante, luego se compensa durante la conducción, al no emitir sustancias por un tubo de escape. Pero también compensa el hecho de que la producción de electricidad genera más CO2 que la extracción de gasolina o gasóleo y su posterior refinamiento.
Las autoridades insisten en apostar por el vehículo eléctrico, no solo en España sino, también en toda Europa. La puesta en marcha de diferentes medidas para incentivar la compra de este tipo de automóviles, como el último Plan MOVES III, es una prueba de ello. Sin embargo, la huella de carbono en los coches eléctricos también existe y no es menor.
Como hemos visto, durante la fase de producción de un coche eléctrico se lanzan a la atmósfera muchas más toneladas de CO2 que en la producción de un coche equivalente con motor de gasolina. En cambio, después, el coche de gasolina expulsa mucho más CO2 que el eléctrico. A largo plazo, la huella de carbono en los coches eléctricos es menor que en los coches de motor de combustión.